Mi historia de amor – Ana Belén y Ángela
¿Sabéis esas historias de amor de película en las que, cuando nos hacemos mayores, dejamos de creer? Pues la vida me ha enseñado que hay que ser más niño y seguir soñando.
Hace cuatro años, casi cinco, y teniendo 16, entré en un foro para escribir historias. Allí hice grandes amigas con las que pasaba noches enteras de risas y locuras. Pero para locura, la que vino cuando le hice algo muy feo a uno de mis personajes. Y una muchacha me mandó un mensaje privado para decirme que le había hecho llorar.
Se llamaba Ángela y era fiel lectora. Empezamos a hablar y a conocernos. Ella, estudiante de medicina en Venezuela, con 23 años. Yo, estudiante de periodismo en España, con 17. Pasamos del plano del foro al ya desaparecido Messenger. Y en menos de dos semanas, supe que estaba enamorada de ella. Y ella de mí.
La primera vez que oí su voz al otro lado del teléfono creía que me iba a desmayar. La primera vez que recogí un paquete suyo, también. Empezamos una relación en la que ella me mandaba correo físico a casa de un amigo para que mis padres no se enteraran, y yo estaba hasta las 5 de la mañana despierta a pesar de tener que levantarme a las 7 para ir al instituto. Apenas dormía, pero la diferencia horaria de 6 horas y media con Venezuela no me dejaba otra opción.
Tardamos dos años en darnos cuenta de que no podíamos seguir viéndonos por Skype sin poder siquiera tocarnos. Dos años.
Yo era muy joven y quería experimentar, y ella estaba a punto de terminar la carrera de medicina y no sabía cual sería su siguiente paso. Entre muchos llantos, lo dejamos. Parecía, por supuesto, que la historia no seguiría. Sobre todo teniendo en cuenta que yo, al final, empecé con otra chica.
Con ella fui feliz. Era muy cariñosa, muy inteligente y me quería con locura. Yo también a ella, pero faltaba algo, algo que me impedía estar plena. Viajamos a París, nos recorrimos gran parte de España, pero yo, a veces, pensaba en la venezolana. Habían pasado dos años, de nuevo, cuando decidí dejar a mi chica.
Y entonces pasó lo que lleva a esta historia a ser lo más mágico que he vivido nunca.
Nunca nos habíamos podido ver por problemas de dinero, pero pocos días después de dejar a mi chica, Ángela me mandó un correo. Ya no éramos niñas, ella había terminado la carrera y llevaba mucho tiempo trabajando y ahorrando. Yo, aquí, también tenía un poco más de libertad, al fin y al cabo no era menor de edad y la comunicación con mis padres era fluida y sincera.
Por todo eso, abrí el correo y los ojos no tardaron en brillar de emoción. Era un billete de avión.
Venía. Venía a España. Después de cuatro largos años, esa que me sonreía tras la pantalla, que había desaparecido sin dejar rastro cuando empecé con otra chica, que a veces me hablaba y hacía mi vida más bonita; esa, Ángela, venía a verme.
El 14 de abril de 2014, dos chicas nerviosas de 20 y 26 años se besaban en una estación de tren antes de decirse “Hola” siquiera. Fue la semana más feliz de mi vida, disfrutamos todo lo que jamás pudimos y comprendimos que, verdaderamente, la espera valía la pena. Hubo más confianza en apenas un día que con cualquier otra persona. Era como si, de verdad, llevásemos cuatro años de relación. Fuimos total y completamente felices.
Por eso, cuando ella el día 20 volvió a su país, todo había cambiado. Por eso, el último paso ha sido homologar su título. Por eso, el año que viene, hará el examen del MIR.
Porque se rumorea que las lesbianas somos de mudarnos en la primera cita. Y nosotras, tras una semana, ya lo tenemos todo decidido. No como en los cuentos, no estamos locas. Somos conscientes, pero estamos conscientemente enamoradas. Y el siguiente paso será recogerla de nuevo a sabiendas de que ya no se volverá a separar de mí.
Esta es mi historia, nuestra historia. Con un villano: la distancia. Con un héroe: ella, que lleva luchando cuatro años. Y no me cansaré de contarla, porque hay mucha gente como nosotras que puede haber perdido la esperanza. Y tenemos que ser más niños. Tenemos que seguir soñando.
Ana Belén Solís Ariza
La distancia es un gran enemigo, me alegro que lucharais y os deseo triunfo hasta el final.
Uf qué preciosa historia
Me ha encantado
Que bonita historia y que bien escrita y contada 🙂
Muy bonita la historia me ha llegado a ilusionar y todo,me alegro x vosotras y pienso lo mismo q hay q ser un poco mas niñs y aeguir creyendo en los cuentos…
Besos y q seais muy felices
Que bonito chicas. Y que buena pareja haceis… a seguir luchando!!!!
Que lindo!!…casi lloro!!..y yo que me quejo porque estoy a 10 horas de mi novia!!…me han devuelto la esperanza!!
Que lindo, yo deje a mi novia porque solo era dos horas de distancia las que no separaban, ahora entiendo que cuando se ama y se es paciente se puede.
Yo también tuve una relación a distancia, pero no funcionó. M alegra que a vosotras si, chicas. Ser felices
hermosa historia <3
Preciosa historia Ana……
Me has emocionado……..ojalá, OJALA, la magia del amor brille en vuestra vida…os lo deseo de corazón
Hala, qué lagrimones a estas horas de la mañana. Ánimo, chicas. Sois preciosas, valientes, infinitas… 🙂 🙂
No me lo puedo creer!! Belén? te leía yo también y algunas veces hablamos, no sé si te acordarás ya… que alegría ver que estáis juntas… el mundo és un pañuelo, que coincidencia, madre mía!
Por cierto, soy Virgínia 🙂
¡No me lo puedo creer! ¿Eres mi “sis”? ¡Dios, sí, claro que sí! ¡Si te tengo en facebook! Jajajajaja No, espera… Sí, creo que sí. Qué increíblemente bueno!!! Pues en estos días hablamos por face, ¿te parece?
Chicas, el resto de las que habéis comentado, ¡mil gracias! De verdad, todo lo que soñéis puede salir. Bueno, yo no digo nada, que aún estamos luchando por los papeles del MIR, pero ¡hay que tener fe! Y sí, la muchacha de arriba fue amiga en ese mismo foro donde conocí a Ángela. ¡El mundo es pequeño!
Cuando hay amor, ni la distancia, ni el tiempo lo borran…
Felicidades chicas, abrazos desde México.
Muy bonito todo, pero esto es muuuy jodido. Si sales tarde del armario y vvives en un pueblo, te quedaras sola. Yo no creo en el amor, ni lo creere jamas. Salir del armario solo me ha traido tristeza. Si es una fase, maldita fase. Ojala me pase algo como eso a mi alguna vez.
Si sales del armario y vives en un pueblo y te quedas sola, hay que buscar otras vías. Yo estuve sola mucho tiempo, ni busqué estarlo ni busqué no estarlo. No sé si las cosas funcionarán por fases o no, pero sé que querer, muchas veces, es poder. Quizás no siempre, pero sí casi.
No sé quién eres, no sé cómo eres, pero va a salir bien si te planteas que saldrá bien. Tengo una amiga que hace años era como tú y que estuviese apagada, desesperanzada y escondida solo consiguió que pensase ese “ojalá me pase algo así alguna vez”. Vive en un pueblo pequeño, muy pequeño, casi una aldea en realidad. Pero quiso liberarse, quiso salir, quiso ser ella. Se alejó de pensar mal y se acercó a pensar en positivo.
Y no es que ahora tenga algo, es que ahora lo tiene todo, porque se tiene a ella y a un montón de proyectos. La soledad es terrible, pero si te quieres, te valoras y SOBRE TODO, te respetas, nunca estarás sola.
Hay que ser más positivos, incluso cuando parece que no se puede. Muchísimo ánimo, ¿vale? Que todo vaya muy, muy bien.
¡Qué historia tan bonita!
Me alegro mucho por vosotras 🙂
Un beso
Pues sí que es pequeño el mundo, yo también te leía, a ti y a todas las que escribían fanfics… me alegro mucho por ti.
Hola, os pedí por favor eliminar esto de la página wweb. Sé que no tengo ningún derecho, pero no me respondisteis al correo. ¿Habría alguna posibilidad de eliminar esta publicación?